Transitó la
desolación y el desconsuelo a sabiendas de que era responsable ¿Cuándo perdió el
sentido? ¿En que momento dio por sentado lo que existía a su alrededor? No lo sabía,
no era siquiera consciente. Siempre había sido así, siempre se había comportado
del mismo modo; así que ahora simplemente se sentía abrumado, sobrepasado por
las circunstancias. Las lagrimas brotaron de sus ojos, era tarde, eso estaba
claro, pero también lo estaba, que todo momento es bueno para comenzar a ser
distinto, para andar por otros rumbos, para empezar por fin a ser humano. María
Teresa Negreiros, Incendios, Gilma Betancourt, Texto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario