jueves, 9 de junio de 2011

EL TERRIBLE CASO DE VD

Esa mañana cuando se despertó VD se sintió particularmente poderosa, esto no era que la sorprendiera mucho a decir verdad, pues VD sabía desde hace tiempo que estaba muy por encima del promedio de personas comunes y corrientes. Y no, no era presunción suya, ni mucho menos, que no era VD de ese tipo de gente pesada que se cree caída del ombligo de Júpiter o se las pica de gran cosa. No, era más bien una certidumbre de esas, como que el cielo es cielo y no hay nada mejor que el olor del pan o del café recién hecho. Hoy, sin embargo, lo sentía de un modo diferente y aunque no  tenía muy claro cómo explicarlo, estaba más que segura de que pasarían cosas extraordinarias y de que ella obraría justo como factor desencadenante, ella haría, la diferencia e hincharía la bola. Extrañada, y aún un poco aletargada por el sueño, tomo sus cosas y se dirigió a la ducha. Nada como un buen baño para comenzar el día, sobre todo si era posible acompañarlo de un buen desayuno, lectura de periódico, cafecito… ya estaba sonriendo. Con VD pasaba siempre así, no podía evitarlo, era tan sencillo como pensar en algo para visualizarlo y sonreír. Sonreír como solo ella era capaz de hacerlo, con sus ojos, esos ojos a través de los cuales  las personas podían ver carcajearse el universo entero. Se baño con más placer que prisa- pese a que se le podía hacer tarde y tras vestirse empezó a tomar el desayuno, entonces lo supo, lo supo y se quedo petrificada, no tanto por lo que estaba pasando, sino  por el hecho de lo rápido que se había acostumbrado a ello, pese al poco tiempo transcurrido. Acerco de nuevo los labios a la taza del café y lo escucho, escucho como el color, el sabor, la temperatura de la bebida ingresaban en ella, ya no como registro consciente, que es como le suceden estas cosas a la gente común, no, sino como sensibilidad plena. Claro que eso tampoco parecía extraño, así de buenas a primeras, pero lo era, en verdad lo era, porque cuando VD dijo la palabra Café en dirección a su madre, está pudo sentirlo, sintió la intensidad del liquido en su garganta, bajando hacia su estomago, mientras el olor corría en dirección a su nariz. Se miraron sin apenas decir nada, entonces VD tomo la decisión más trascendente de ese día, averiguaría si pasaba igual con el resto del desayuno, de las cosas y palabras; y una vez lo hubo comprobado, se rio, se rio con la certeza de que en ese mismo instante todos sus vecinos reirían con ella, pues antes de hacerlo se había parado en la ventana para decir larga y prolongadamente su palabra favorita: “RISA”, luego sabiéndose poderosa inmensa, empezó a diseñar su día. Como siempre iría al colegio, pero esta vez contrariamente a lo que normalmente hacia, callaría, callaría y solo dejaría a sus ojos expresarse. Luego cuando todas sus amigas se reunieran a su alrededor  extrañadas ante esta su nueva osadía de callar VD lo diría, diría esa palabra, esa única palabra que desde que lo supo podía pensar: “FELICIDAD”

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