hoy es navidad y celebramos el misterio del amor, del amor
de un Dios que se encarna y habita entre nosotros para enseñarnos a ser plena,
total y absolutamente humanos. Un Dios que en su pedagogía del amor practica
permanentemente el perdón, el servicio, la aceptación, la generosidad, la fe y
la esperanza; pero que igualmente trae consigo la espada de la verdad y de la
justicia, un Dios que ni conesta, ni transige, ni tolera lo que está
francamente mal. Un Dios que no admite ser convertido en mercancía, ni ser
utilizado para fines diferentes a los de su plan maestro de salvación y
redención, por eso esta es una época de alegría pero también de compromiso, de
coherencia y determinación, porque todos esos dones, bendiciones, regalos
esenciales que deseamos en estas fechas solo nos llegan sí perseveramos en su
construcción, así solo tendremos paz si somos justos, si perdonamos, si obramos
con integridad y honestidad; sólo tendremos amor si actuamos en consciencia,
con compromiso y apertura, sólo tendremos salud si obramos sanamente… Y es
importante que lo entendamos, que nos demos cuenta de que la vida del espíritu
aunque fluye a partir de la gracia divina, solo fructifica si trabajamos en
ella, y como esta vida es la puerta a la felicidad, la plenitud y la realización
ojala lo hagamos insistente y juiciosamente, para que de este modo hoy, mañana
y siempre podamos decir ¡Feliz Navidad! Sabiendo que el milagro no es algo
externo a nosotros, sino algo que ocurre permanentemente en nuestro interior.
Autora:
Gilma Alicia Betancourt M.
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