Se dio
cuenta, lo descubrió en el instante; supo que tocaría a la puerta, no había
modo de evitarlo; lo haría por el simple placer de golpear, de ver que había
del otro lado, de saber si allí también eran posibles los amaneceres, las
tardes de lluvia con café, los arreboles, la luna y uno que otro arrebato. Emerico Imre Tóth, Portal, Gilma Betancourt, Texto.
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