Desarraigado de toda certeza, perdido en un mar de certidumbre, se veía en el espejo roto de la verdad. El desaliento era lo único posible para quien ya sabía demasiado, ningún camino parecía aconcejable. Perdida la esperanza los ojos anegados de lagrimas y el corazón destrozado. No había verdad, al menos no la que todos esperaban, ni blanco ni negro, más bien muchas escalas de gris, lo cierto es que era mas grave de lo pensado, cuestión de fondo, error de base, mezcla de ignorancia e incredulidad. Era tan grande el escepticismo que eclipsaba toda ilusión borrando cualquier prospecto de futuro, todo y nada eran equivalentes. Miro a su rededor con ojos apagados y un dejo de cansancio absoluto, total. Vincent Van Gogh, Retrato del dr. Ghachet, Gilma Betancourt, texto.
Soy quien soy y quien parezco. Una y distinta. A veces atravieso los espejos¸ sigo al conejo, entro en la madriguera, le doy la mano a seres fabulosos y me detengo. Tomo el té con el tiempo, hablo y discuto con las cartas, rayo en la locura de lo imaginario, me libero de los reparos del buen juicio, me hago pequeña o me agiganto; pero así mismo de vez en cuando vuelvo, y en el volver me hallo cara a cara con esa otra que mide las palabras y calibra los gestos.
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