Total y definitiva, a la vez propia y extraña, tan tuya como ajena, tan mía, como de nadie. Voy mordiendo las esquinas de la vida, durmiéndome en el velo de la luna y abrigando un sol en los sentidos. No eres tú quien enciende mi llama, no eres quien convoca mi imaginación; soy yo misma quien lo hace, no por maldad, ni por despecho, es que te excluyo, es más bien por lo que ya he vivido. Porque me he andado y recorrido, he seguido el hilo que me diera Ariadna; pero al contrario de Teseo no me escapó, tejo más bien mi propio laberinto. No me interesa huir, me seduce por otra parte conocerme y en medio de él intento comprenderme. Por eso ahora que me descubro y me conquisto, no puedo fatalmente abandonarme, ni siquiera en tu playa libertaria, que sería quizá el mayor peligro, pues entrando en ella, podría anhelar quedarme. Te propongo por otra parte compartirme, darte en prenda más que mi ser, una sonrisa. Una caricia que te acompañe, que te alumbre, como una lámpara en las noches; sin pretender ser sol o estrella, sino más bien el preludio de una entrega, que no ha de ser total, no puede serlo, porque en mi corazón, como ya dije; antes de verte, me contemplo, antes de amarte, a mi me quiero; aunque sé que a ratos, por momentos a ti también te siento y pertenezco. Si esto te basta, y eres feliz, puedes amarme, si te consuela y satisface, entonces quédate; de otra forma mejor has de marcharte, pues aunque quiera no puedo traicionarme.
Soy quien soy y quien parezco. Una y distinta. A veces atravieso los espejos¸ sigo al conejo, entro en la madriguera, le doy la mano a seres fabulosos y me detengo. Tomo el té con el tiempo, hablo y discuto con las cartas, rayo en la locura de lo imaginario, me libero de los reparos del buen juicio, me hago pequeña o me agiganto; pero así mismo de vez en cuando vuelvo, y en el volver me hallo cara a cara con esa otra que mide las palabras y calibra los gestos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario