Construyo su corazón a través de las palabras, las historias
fueron poblando su mente transformadas en relatos, en recuerdos, tomo las
decisiones precisas de la manera adecuada, decidió vivir, a plenitud, sin términos
medios, comprometida con el ser, con el amor, pero ante todo con la coherencia.
Ahora desde el balcón de los años contemplaba el panorama, sin añoranzas ni
lamentos, pues cada momento fue vivido a plenitud, tenia claros los puntos
cardinales de su corazón, las fronteras con las que limitaba su alma: alegría,
tenacidad, optimismo, generosidad, mesura, inquietud, anhelo, goce… y sabia
mejor que nadie que no había limite alguno para su joven espíritu. Vincent Van
Gogh, la lectora de novela. Gilma Betancourt, Texto.
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