miércoles, 30 de octubre de 2019

Todo estuvo bien hasta que se besaron, entonces fue el cataclismo, la tierra y el cielo se juntaron y fundidos para siempre en una única realidad, no pudieron ser otra cosa que universo. Ahora sólo podían sentir, ya no eran uno, ni otro, sino simplemente beso, labios que atan y aprisionan, en medio de una intensa sed de inmensidad, ansias que urgen, camino de la entrega, de la apertura total, aquella dentro de la cual todo se vuelve recurrente, deriva en latencia, impulso incesante, caricia, beso. Edvard Munch, El beso, Gilma Betancourt, texto.

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