viernes, 11 de octubre de 2019


Partió cada uno hacia su campo de batalla, cada quien llevaba sus propias armas y consignas, fusiles, metralla, pancartas, micrófonos,, piedras, cámaras, ella por su parte tomó los suyos: libros, cuadernos, lápices, algunas tizas por sí aún se usaban, su batalla se daría en un campo diferente, el de las ideas y las aulas, allí alzaria su voz en principio solitaria, luego centenaria, finalmente multitudinaria, lo haría para hablar  de justicia y de verdad, de lucha sin tregua, de solidaridad fraterna. Sabia que nunca habría paz  para su guerra, la humanidad necesitaba aprender, no teorías, no datos, sino como se piensa, como se actúa, como se lleva en la mano  la  linterna de Diogenes, ya no solo  en busca del bien y de lo verdadero, sino como manifestación viva, de integridad compromiso, lealtad y honestidad, como canto perenne en defensa de la dignidad humana, de la vida. . Ana Karina Lerma Astray, Mujeres, Gilma Betancourt, texto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario