domingo, 19 de enero de 2020

En medio de la tarde, el calor denso, pesado, la atmósfera envolvente y el sonido de la máquina de coser, pequeña, negra, constante; la observo, sus pies en los pedales, su mano empuja la tela y gira la rueda, no hablamos, no me mira, pero sé que me ve, intuye y anticipa mis movimientos, me cuida, sabe qué hago y quien soy, no sé qué cose, no me interesa ni me importa; me dispongo a abrir la boca para decir algo, pero me interrumpe, ya va a terminar me dice, pronto jugaremos damas chinas. Gilma Betancourt texto, Ana Silivoncik

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