No, no pude amarte, no pude hacerlo, ni siquiera creo que llegará a
quererte, y no porque no estuviera dispuesta a darte mi amor, mi ternura, mi confianza,
sino porque nunca llegué a conocerte. De ti si acaso supe el nombre, por demás
el resto de tu “verdad” queda impugnada. Fueron tantas mentiras, tan
frecuentes, que a ti no puedo creerte nada. No puedo decir que te conozco, no
sé tú historia ni tu procedencia, conozco si cosas más graves, tu inmensa
habilidad con el engaño, la duplicidad que es propia de tu esencia, tu
incapacidad para sentir por otros, tu inhabilidad para la decencia. De ti se lo
que he vivido, una triste historia plena de decepciones y lamento saber que
sigues en este mismo camino, haciendo daño a quienes como yo, te creyeron ese
primer te quiero, pensaron que tus te amos podían ser sinceros y que tus gestos
eran los propios no de un embaucador, sino de un hombre honesto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario