Un día de estos caeré sobre
ti como una sombra, me allegare transgresora y clandestina en medio de tus
sueños y entonces simplemente iluminare todo con mi presencia, te someteré a la
dulzura de mis besos y caricias, te atrapare en medio de una red de sonrisas,
tan placentera y vital que no podrás escaparte ni Salir huyendo, me colare en
medio de tus sentimientos y me aposentare en tu corazón, y entonces ya no tendrás
salida, salvación, remedio; te sabrás perdido, preso y no podrás esconderte, ni
negarme como me has negado tantas veces, y en esa presencia silenciosa que te
habita hallare mi compensación y mi venganza, porque cuando abras los ojos te darás
cuenta que de nada ha de valerte porque
me seguirás sintiendo igual de viva y de presente, pero yo ya no estaré allí,
tan solo encontraras la ausencia, el cruel fantasma de lo que un día fue tuyo,
de lo que pudo haber sido y ya no fue. Y de nada te valdrá buscarme en otras
partes, ni en otras manos, ni en otros labios, ni mucho menos en otro cuerpo,
porque simplemente ellas no son yo, y yo querido mío, yo hace tiempo que para ti ni existo, ni estoy.
Soy quien soy y quien parezco. Una y distinta. A veces atravieso los espejos¸ sigo al conejo, entro en la madriguera, le doy la mano a seres fabulosos y me detengo. Tomo el té con el tiempo, hablo y discuto con las cartas, rayo en la locura de lo imaginario, me libero de los reparos del buen juicio, me hago pequeña o me agiganto; pero así mismo de vez en cuando vuelvo, y en el volver me hallo cara a cara con esa otra que mide las palabras y calibra los gestos.
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