Lo miro de frente, a sabiendas de ser en su vida tan sólo un ave de paso, nada definitivo, más bien algo transitorio, ¿ocasional o permanente?, ya el tiempo se lo iría desvelando. No la mortificaba saberlo, ¿no tenían acaso todas las relaciones fecha de vencimiento?; no había razón para pensar ahora en el final, este llegaría a su debido tiempo, ojalá sin hacer demasiado daño. Ahora era tiempo para el amor, para las caricias y los besos, el aquí y el ahora, era el momento de lo preciosamente eterno. Gilma Betancourt texto, Rogelio Ramallo, pintura, mujer con pañuelo.
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