Aquí, ahora, contigo, tras retornar del nirvana, recibo el don de la iluminación, así en medio de la radiante luz que todo opaca, veo como el tiempo se detiene y se derrite, mientras escucho el latir de tu corazón. Tú respiras, yo contengo el aliento, dentro de un rato he de inhalar el aire, que es tu aire y seremos uno en mis pulmones, te sentiré circular en mis venas, mientras presiento el silencioso tic tac de los relojes; esos que ante tú presencia se detienen, pierden consistencia, aletargados, solitarios, traicionados por el eterno presente de este amor, que no reconoce límites, que no entiende de segundos o minutos y al que sin poderlo evitar se le escapan de las manos los días, meses, semanas, horas, en medio de la ingente persistencia de su propia y única memoria. Gilma Betancourt texto, Salvador Dali, la persistencia de la memoria.
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