Te invente, no eras real, te invente desde mis ganas y mi
fantasía. Fuiste un bello producto de mi imaginación pero no más que eso.
Te tejí desde mis sueños, desde mis ganas de amar, de
sentir, de construir futuro, quizás por
eso construí este mundo, este pequeño rincón de paraíso para ti. Y desde ahí te
amé, te di cuanto podía dar, lo mejor de mí misma, mi ser entero. Pero al no
ser más que un espejismo un día descubrí el engaño.
Me supe sola, medí cuenta como hacen los niños de diez años
que ese querido amigo imaginario no es
más que eso, una parte dislocada de su ser a la que deben renunciar para seguir
viviendo, para poder hallar por fin a alguien real, que sienta, vibre, exista y
ame de un modo parecido al de ellos, por no decir igual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario