Te tomo entre mis manos y empiezo a tejer a través tuyo mi propia historia, esa que me ha traído hasta aquí, tomo hilos coloridos y al trenzarlos van fluyendo amores y desamores, sueños e ilusiones. De repente la tentación de destejer, de borrar aquello que en su momento me pudo hacer llorar y que dejo huellas a modo de cicatriz, pero entonces pienso en lo que he ganado gracias a ellas, las dejo allí, sabiendo que mañana cuando alguien vea correr en medio de la trama las hilazas negras no sabrá, ni podrá saber jamás lo que estas significan para mi.
Soy quien soy y quien parezco. Una y distinta. A veces atravieso los espejos¸ sigo al conejo, entro en la madriguera, le doy la mano a seres fabulosos y me detengo. Tomo el té con el tiempo, hablo y discuto con las cartas, rayo en la locura de lo imaginario, me libero de los reparos del buen juicio, me hago pequeña o me agiganto; pero así mismo de vez en cuando vuelvo, y en el volver me hallo cara a cara con esa otra que mide las palabras y calibra los gestos.
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