miércoles, 9 de octubre de 2013

VENGANZA


Todos lloraban, clamaban por ella, pero a decir verdad eso a Jacinta Reyes la tenía sin cuidado. Más bien le daba risa, y por eso se reía. Bonita hora de venir a lamentarse, se decía Jacinta, ¿Por qué no se habían quejado de ese modo cuando Crisóstomo la había molido a golpes? ¿Cuándo por poco y la mata? ¡Ah,  no! Entonces todos se deshicieron en burlas, claro; incluso  mirándola con sorna, le habían dicho a aquel “buena esa compadre, así se hace”, ahora se va a saber quién manda en esta casa.

Y es que así era en Cali en 1863, los hombres mandaban a los golpes y nadie les decía nada. Ahora, sin embargo, ante la inminencia de la muerte del Crisóstomo todos lloraban, pidiéndole a ella que se casara con él, que lo sacara  del pecado en el que habían vivido y lo librara de la condena eterna. ¡Pues no! se dijo Josefa, por ella que se friera en el infierno, ahora era a ella a la que no le importaba lo que pasaba, así que siguió riéndose, haciéndose la desentendida, mirándolos a todos como quien  dice ¿y ahora quién manda en esta casa?

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