Hermoso gato, llegas hasta mí,
ronroneas y lo iluminas todo con tu presencia: ya no hay más soledad, no puede
haberla porque estás aquí, te veo y sé que a partir de ahora ya nada va a
volver a ser igual y es que te estas adueñando de mi espacio, de mi mente y de
mi corazón. Te veo gato y me derrito, sé que tu posees esa magia que solo puede
emanar de los de tu especie, y sé que ya estoy perdida, que jamás lograre huir
de ti, pero sobre todo que jamás querré hacerlo, porque me seduces gato, me
llenas de ilusión y me haces sonreír. Ahora sé que saldremos en las noches a
caminar por los tejados para contemplar la luna, treparnos en ella y jugar a perseguirnos
en medio de su luz; sé que mi regazo será tu nido y tu guarida, que mi placer estará
en hacerte ronronear, y en saber que en cualquier momento sigilosamente
llagaras hasta mí, para regalarme tu amor, ese amor extraordinario que tan solo
pertenece a los gatos, especialmente a aquellos que como tu tienen la capacidad
de hacerle cosquillas a la felicidad con sus bigotes y convocar de ese modo la plenitud del ser.
Pequeño gato, llegas hasta mí y yo que soy gata como tú no puedo más que amarte
y entregarte totalmente mi corazón, mi alma, mi vida entera. Te amo
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