domingo, 22 de marzo de 2015

ALEJANDRO ES UN SER EXTRAORDINARIO

Cuadro de texto: ¡ALEJANDRO ES UN SER EXTRAORDINARIO!



Tras escuchar las palabras del médico, la noche se tornó aún más oscura para Sergio y Ximena, quienes hasta hacia unos minutos se hallaban preocupados pero felices.  Ahora sin embargo, luego de saber que su pequeño Pablo tenía síndrome de  Down no pudieron más que sentirse desolados.
Y no es que no quisieran a su bebé, al contrario, lo amaban tanto como antes de que les contaran de su condición, como lo amarían si no la tuviese, era solo que se sentían preocupados por lo que sería su vida de ahora en adelante - pues sabían que tendrían que enfrentar grandes retos – y sobre todo les asustaba pensar en cómo tomaría Anna su pequeña hijita de cinco años las diferencias de su hermanito.
Temían que la niña no pudiera entender y sobre todo que no se sintiera feliz por tener a Joaquín en su vida.
Esa  noche casi no durmieron, pensando en todas estas cosas, y sabiendo en lo difícil que sería contarle a su familia y amigos que su hijo era un bebé Down. Al día siguiente, por la mañana, llegaron Anna y la abuelita Carmenza, estaban dichosas porque ese día llevarían al bebé a casa.  Sergio y Ximena dejaron de lado sus sentimientos y se dispusieron a disfrutar con sus hijos  esos momentos tan especiales. Así que aprovecharon para tomar las primeras fotos de los dos hermanitos, y luego se fueron a casa.
Las primeras semanas fueron bastante normales, aunque debieron visitar a diferentes médicos, pues los bebés con Down necesitan muchos cuidados. Precisamente cuando fueron  donde la doctora Lina ésta les hablo de darse la oportunidad de conocer niños y familias que habían pasado por lo mismo que ellos; fue así como se enteraron de la existencia del pequeño Alejandro.
La doctora Lina les contó que Alejandro tenía dos años y que era un bebé precioso, muy inteligente y divertido, y les dijo que conocerlo les ayudaría a saber cómo sería el pequeño Joaquín cuando creciera un poco más.
Ximena no quiso hacerlo, tenía mucho miedo de desilusionarse o sentirse aún más triste,  sobre todo porque por ahora su bebé se veía bastante normal, y ella quería hacerse a la ilusión de que los médicos estaban equivocados, que un día se despertaría y le dirían que todo había sido un error.   Sergio por su parte pensó que lo mejor que podía hacer era respetar los sentimiento de su esposa, pero creía que era importante hacer lo que les decía la doctora, sobre todo porque ella era muy especial y el confiaba en sus recomendaciones. Así que ideó un plan, le propuso a su mamá que fuera junto con su suegra y con la pequeña Anna a conocer a Alejandro y le encargó a la pequeña que viniera y les contara a su mamá y a él todo lo que descubriera sobre el pequeño.
La niña aceptó encantada, pues quería saber cómo sería su hermanito en el futuro.
Antes de llegar Anna les preguntó a sus abuelas y a la doctora Lina cuantos años tenía Alejandro, a lo que la doctora le respondió que pronto  cumpliría dos años. Inmediatamente la niña se imaginó que llegaría y podría correr y cantar con el pequeño, así como hacía con su primito Daniel.
Pero cuando llegaron y saludaron a la mamá de Alejandro, vieron que él se parecía más a un bebé grande que a un niño de dos años. Al principio Anna no supo cómo disimular su sorpresa, y sus abuelas se sintieron apenadas frente a su reacción, pero entonces la mamá de Alejandro le dijo –
-- ¿Te sorprende que Alejandro sea más pequeño de lo que te imaginabas?
- Um jum, contestó la niña sonrojada.
- Tranquila no te preocupes, a todos les pasa al principio porque se imaginan que un niño de su edad debe ser diferente, pero como verás las personas no somos todas iguales, Alejandro esta hecho de un modo diferente y el por eso es más pequeño, pero dentro de poco él va a aprender a pararse solo y como los otros niños va a poder caminar y correr como tú.
- ¿Así como mi hermanito?
- Si, como tu hermanito, claro. Además lo importante no es lo rápido que ellos logren las cosas, sino que las logren, ¿cierto?
- Si, cierto, yo lo que quiero es que un día pueda caminar y correr y jugar conmigo.
-Ah, claro, pero ¿sabes? Aunque Alejandro aun no pueda correr, el sí puede jugar contigo, ¿quieres que juguemos con él?
- Si, sonrió Anna, dejando a un lado la preocupación.
Jugaron a muchas cosas, a nombrar los juguetes de la granja, a sacar y guardar, a identificar partes del cuerpo, a cantar y también a baila; Anna estaba feliz y Alejandro también, se divirtieron mucho y el tiempo pasó volando. Entre tanto la mamá de Alejandro contestó muchas de las preguntas que Anna le hizo.
Cuando ya iban a irse llegó el papá de Alejandro, que a Anna le pareció muy serio, pero luego ella vio que era muy tierno, sobre todo con él bebé, que se mostraba feliz, mientras iban a nadar un rato en la piscina.
La mamá de Alejandro les contó que él ya sabía sumergirse sin tragar agua y cuando Anna le preguntó porque este tenía una cicatriz tan grande en el pecho, ella le dijo que lo que pasaba era que cuando él había nacido su corazoncito tenía un problema y que lo habían tenido que operar, pero que Alejandro había sido siempre muy valiente y había luchado cada una de sus batallas sin rendirse jamás.
Ante la interrogante mirada de Anna, Nania, la mamá de Alejandro, sonrió y le contó que su bebé iba a terapia todas las semanas y tenía que tomar remedios todos los días, que se bañaba siempre con agua fría y que debía esforzarse mucho para lograr cosas que para otros bebés y niños como Anna eran mucho más sencillas o fáciles, pero que Alejandro nunca se rendía y si bien a veces se cansaba y lloraba un poco, por lo general se mostraba de buen ánimo.
Anna se mostró admirada, y vio con mayor respeto y admiración al pequeño que regresaba de la piscina sonriendo en brazos de su papá.
Aprovecharon que ya era hora de darle de comer al niño para invitar a Anna a tomar un refrigerio, luego los niños volvieron a jugar y Anna le cantó una canción al niño, que le prestó mucha atención. Después se despidieron y Alejandro les regaló un beso y abrazo a sus visitantes que se fueron enamoradas de él.
Al llegar a casa Anna estaba claramente entusiasmada, fue directo a besar a su hermanito sorprendiendo a su mamá que la oyó decir “Mami que dicha, mi hermanito Joaquín va a ser tan lindo como Alejandro”
Entonces su mamá, tras cruzar una mirada con su padre, le preguntó ¿Y dime hija qué tan lindo es Alejandro?  Ante lo cual Anna comenzó a contarles su maravillosa experiencia de ese día. Cuando la niña terminó de hablar, su papá la miro diciendo ¿Así que Alejandro te gustó mucho?
-          ¡Claro papi cómo no iba a gustarme! Si Alejandro es un ser extraordinario.
-          ¿Un ser extraordinario? ¿Y qué es lo que lo hace extraordinario?,
-          ¡Ay papá! – dijo Anna suspirando como si lamentara que su papá fuera tan “tonto” como para no darse cuenta por sí mismo de la situación. Luego le dijo: ¡Muchas cosas papito, pero sobre todo, que Alejandro te enseña a mirar con los ojos del verdadero amor!

Tras escuchar a su hija hablar así, Ximena se decidió a ir también ella a conocer a Alejandro.  Muchos años después mirando jugar a su hijo Joaquín en el patio del colegio, rodeado por todos sus compañeritos, y por niños algo mayores que él, entre ellos Alejandro, Ximena pensó que su hija Anna tenía razón, Alejandro era un ser extraordinario y su hijo Joaquín también.