lunes, 5 de noviembre de 2012

RAPUNZEL


Tomo dos pastas de la mesita de noche y las paso con un poco de agua, el dolor de cabeza se hacia insoportable, por no decir el del cuello y la espalda. Sentía que de seguir así su mundo iba a explotar en medio de su sin sentido, una sola palabra serviría como detonante. Pero era lógico, al fin de cuentas el esfuerzo cotidiano de soportar el peso de su opresivo amor era enorme, y así ella tratara de justificarlo o disimularlo, ya comenzaba a ser notorio, al menos lo era para su agotado cuerpo.
¿Cuánto tiempo llevaba en esta situación?, lo había olvidado, mucho, sin duda. Recordó los primeros días de su historia, cuando la soledad a la que parecía reducirse todo le pareciera tan romántica, tanto como el esfuerzo de dejarlo trepar por su cabeza y colonizar idea por idea. Rapunzel se llamaba entonces a sí misma, Rapunzel la voceaban sus amigas del trabajo, al verla ensimismada y suspirando, entonces hacían simplemente alusión a su fantasía de sentirse la princesa de la historia y tener cabellos largos y sin embargo ahora, tras largos años de matrimonio y desilusión, que justo le parecía ese sobrenombre. Si, Rapunzel, se dijo, esa soy, la misma, tal cual, cada día más sola, recluida en mi propia torre, exenta de la vida, ausente de mi propia libertad y de mi vida, de MI VIDA, Condenada a este ser para otros, a este estar disponible, al tedio de los días y de las mismas historias, idénticas, previsibles. Las historias de él, claro, porque de las mías ni hablar, finalmente ¿a quién han de importarle mis historias? Volvió a masajearse el cuello, tenía que hallar una solución a este dolor se dijo, pero ¿cuál?, ya lo había intentado todo, masajes, toallas húmedas, pastillas...recordó las palabras de su madre, Hay que atender la causa, no el síntoma. Si claro, como si fuera tan fácil, como si ella simplemente pudiera salir corriendo, dejarlo todo, abandonar su vida, dejar de doblar la cabeza  para asentir y disponerse a escuchar. Si pudiera clausurar sus oídos para no enterarse, para  obviar tanta frustración, tanto enojo, tedio, aburrimiento, si fuera tan sencillo como…entonces las vio, vio las tijeras sobre el tocador, su rostro en el espejo y de repente lo supo, era sencillo, tal vez más sencillo de lo pensado, se acercó entonces, tomo sus largos cabellos de princesa entre sus manos, los ato en una cola de caballo y  se miró al espejo por ultima ves despidiéndose para siempre de Rapunzel . Entonces  lo hizo, dio el gran paso,  corto sus cabellos y se recuperó a sí misma. De ahora en adelante no más doblar cabeza, no más guardar silencio, no más renunciar a su ser o a sus ideas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario