Tomo dos pastas de la mesita de noche y las paso con un poco
de agua, el dolor de cabeza se hacia insoportable, por no decir el del cuello y
la espalda. Sentía que de seguir así su mundo iba a explotar en medio de su sin
sentido, una sola palabra serviría como detonante. Pero era lógico, al fin de
cuentas el esfuerzo cotidiano de soportar el peso de su opresivo amor era
enorme, y así ella tratara de justificarlo o disimularlo, ya comenzaba a ser
notorio, al menos lo era para su agotado cuerpo.
¿Cuánto tiempo llevaba en esta situación?, lo había olvidado,
mucho, sin duda. Recordó los primeros días de su historia, cuando la soledad a
la que parecía reducirse todo le pareciera tan romántica, tanto como el
esfuerzo de dejarlo trepar por su cabeza y colonizar idea por idea. Rapunzel se
llamaba entonces a sí misma, Rapunzel la voceaban sus amigas del trabajo, al
verla ensimismada y suspirando, entonces hacían simplemente alusión a su fantasía
de sentirse la princesa de la historia y tener cabellos largos y sin embargo
ahora, tras largos años de matrimonio y desilusión, que justo le parecía ese
sobrenombre. Si, Rapunzel, se dijo, esa soy, la misma, tal cual, cada día más
sola, recluida en mi propia torre, exenta de la vida, ausente de mi propia
libertad y de mi vida, de MI VIDA, Condenada a este ser para otros, a este
estar disponible, al tedio de los días y de las mismas historias, idénticas,
previsibles. Las historias de él, claro, porque de las mías ni hablar,
finalmente ¿a quién han de importarle mis historias? Volvió a masajearse el
cuello, tenía que hallar una solución a este dolor se dijo, pero ¿cuál?, ya lo
había intentado todo, masajes, toallas húmedas, pastillas...recordó las
palabras de su madre, Hay que atender la causa, no el síntoma. Si claro, como
si fuera tan fácil, como si ella simplemente pudiera salir corriendo, dejarlo
todo, abandonar su vida, dejar de doblar la cabeza para asentir y disponerse a escuchar. Si
pudiera clausurar sus oídos para no enterarse, para obviar tanta frustración, tanto enojo, tedio,
aburrimiento, si fuera tan sencillo como…entonces las vio, vio las tijeras
sobre el tocador, su rostro en el espejo y de repente lo supo, era sencillo,
tal vez más sencillo de lo pensado, se acercó entonces, tomo sus largos
cabellos de princesa entre sus manos, los ato en una cola de caballo y se miró al espejo por ultima ves despidiéndose
para siempre de Rapunzel . Entonces lo
hizo, dio el gran paso, corto sus
cabellos y se recuperó a sí misma. De ahora en adelante no más doblar cabeza,
no más guardar silencio, no más renunciar a su ser o a sus ideas.
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