domingo, 26 de agosto de 2012

NECIA

Necia total, impenitente e impertérrita, necia hasta el colmo mismo de la necedad, desesperante, torpe, una niña que se cierra y que no entiende, que se queda ciega de tristeza en medio de su propia necedad. Y sin embargo tu amor como un lazo viene y me rescata, y me devuelve a mi centro, me recuerda mujer, no huracán ciego, me llama de todos los rincones, me da un refugio un asidero, tu trayéndome la razón y la cordura, tu recordándome que juntos somos más, que la verdad ha sido tu sino y ley, que has sido fiel a cada promesa; tu permitiéndome las gafas con que se ven los errores y se descubren los aciertos. Tú, corazón de mi corazón, alma de mi alma. Y entonces la necia se va, desaparece, se desvanece como el fantasma que es, pero ambos sabemos que está agazapada en un sitio extraño, ese que es propio de tinieblas y de horrores. Hoy sin embargo no la temo, sé que contigo de mi lado me será más fácil espantarla, reducirla, desterrarla y que su espacio será cada vez más nimio, porque tu amor y el mío son capaces de transmutarla, de convertirla de mudarla en una brisa dulce, fresca, que te bese los labios y la frente, y en un envolvente susurrar te diga te amo en medio de la calma, de la paz.