lunes, 1 de agosto de 2011

DISERTACIONES

Enamorarse, amar a alguien, ¿qué significa?, ¿qué valor tiene o puede llegar a tener? ¿ física, química, admiración, sensibilidad, sentimiento?, tantos sucesos desencadenantes y ninguna causa en particular. Obviamente podemos dedicarnos al análisis y siempre encontraremos las razones, ciertas o ficticias estarán allí, acudirán en nuestro auxilio, pero en realidad ¿son tan validas cuanto quisiésemos que fueran? ¿Y tendrá sentido acaso el buscarlas? No sería más sencillo y honesto afirmar que amamos simplemente porque sí, muchas veces sin razón o mérito alguno, solo porque el amor aparece allí como un hecho incontestable, como un geiser en medio de la nada, acaso a veces de un desierto. Aparece para volverlo todo patas arriba o para acomodarlo de nuevo y ponerlo en su sitio, pero aparece para fortuna o infortunio de aquellas y aquellos que han de vérselas con él. Lo cierto es que una vida al margen de la experiencia amorosa sería infelizmente más tranquila y obviamente más árida, más baldía y desolada, tal vez por eso amamos al amor más que a cualquier otro tipo de experiencia, lo necesitamos en todas sus formas y especies, a veces incluso en aquellas que sin llegar a ser lo simulan, lo imitan o reflejan, y por ello quizás no importa tanto el saber cómo el sentir o el vivir,  el resultado mismo de la experiencia; pues aunque ella misma no se pueda definir, sus efectos son claramente decisivos y determinantes, amar nos constituye en seres humanos, nos aleja del simple impulso animal y nos hace trascender. Sin importar si este amor es correspondido o no, sin tener en cuenta su felicidad o infelicidad posibles, el solo hecho de asomarse a la experiencia amorosa es de por si un logro manifiesto, pues nos lleva a debatirnos completamente, a revisarnos e intentar conocernos, como nada más puede hacerlo. Nos abre a la necesidad del otro o de la otra, a la experiencia de la indagación, al anhelo de saber, de dar, de recibir, a la búsqueda de perfección y de desarrollo, de aprendizaje, de ahí que Platón considere al amor como la idea más poderosa, la que mueve al mundo al dinamizar el espíritu en aras de lo que es en sí mismo bueno y bello. Entonces más allá del romanticismo que sitúa el valor del amor en el amado o de la propia filosofía de las ideas que lo centra en lo amado en tanto que ideal, quizás el valor del amor esté en el simple hecho de amar, en el esfuerzo y la intención de darse y recibir, de proyectarse al mundo en la realidad de los otros, de lo otro. Y pese a coincidir con Sartre en la consideración de que tal vez este amor sea en sí mismo un imposible en tanto que aprensión del ser y de la verdad, a diferencia de él considero que esto lejos de desvirtuar el esfuerzo lo reafirma, pues al fin de cuentas lo interesante de la búsqueda es lo inaprensible de la respuesta, de otro modo ¿para qué siquiera intentar pensar?.